martes, 6 de mayo de 2014

Afecto

Sin duda me siento mejor cada día. He pasado el suficiente tiempo en una cama, he pasado el suficiente tiempo en una habitación, pero lo cierto es que por propia decisión, permanecí durante demasiado tiempo en una casa y hoy puedo decir que no es nunca mi decisión enclaustrarme. Los parques de mi zona son fabulosos, sentarme en los jardines frente a la playa y alimentar a un gato amigable magnifica opción. Oh dios mio, claro que si, el factor humano es fundamental.
Thomas Hobbes dijo -homo homini lupus- Lo que viene a significar, “el hombre es lobo para el hombre” y aunque esta afirmación la doy por completamente acertada, cabe destacar que no sobrevivimos sin cariño. Irremediablemente nos necesitamos los unos a los otros, de ninguna manera podemos estar bien en soledad. Es la locura lo que se apodera de nosotros cuando cerramos la puerta al trato humano, la depresión es inminente cuando nos negamos al resto. Por eso siempre estamos buscando ese trato acertado, ese altruismo cariñoso que codiciamos con egoísmo. Esta señores es la mayor paradoja que encuentro en nuestra naturaleza, pues como es posible que un ser humano necesite para vivir aquello que hemos llamado amor y sin embargo hayamos dedicado mas del 80% de nuestros progresos a hacer daño a otros seres humanos. Es decir, que nuestro pensamiento y nuestra necesidad se decanta sádica. Y hablando de sádicos y de hijos de puta, para cerrar esta linea de pensamiento, os voy a hablar de un experimento que corrobora esta paradoja:

http://es.wikipedia.org/wiki/Hospitalismo
Ya existía documentación histórica en relación a este fenómeno: se dice que un faraón intrigado había intentado que los infantes fueran criados separados de sus madres, y que los bebes habían fallecido.
Documentación más concreta es la procedente del experimento ordenado por Federico II de Prusia; éste, imbuido de la tradición militarista que caracterizaba a su linaje, pretendió formar perfectos soldados y para esto opinó que no debían tener ningún afeminamiento o sentimiento de compasión; para prevenir tal afeminamiento creyó que la solución era criar a los niños, desde el parto, sin ningún estímulo afectivo benigno.
Es así que Federico II hizo construir una maternidad cuyo edificio parecía perfecto en cuanto a la higiéne material. En tal edificio un grupo de bebes fue dado a cuidar a un conjunto de enfermeros y enfermeras que tenían la obligación de alimentar, asear, etc., perfectamente, pero la orden absoluta era que nadie diera la más mínima muestra de cariño (ni siquiera con el tono de voz) a las criaturas. El resultado de tal experimento es que todos los bebés fallecieron en pocas semanas. La explicación dada entonces para el deceso masivo fue la existencia de una epidemia pese a la absoluta asepsia del lugar.
Más de un siglo después Spitz descubrió el motivo real, que como ya se ha dicho era la ausencia de estimulación benigna para los niños pequeños.

El psicólogo René Spitz se mostró muy interesado por conocer qué ocurría con los bebés en las instituciones en las que eran acogidos. Para ello, seleccionó algunos orfanatos con el fin de estudiar el desarrollo de los bebés en esas condiciones y los comparó con el desarrollo de los bebés con un madre amorosa. Ambos tenían todos los cuidados necesarios: Vivían en condiciones higiénicas, recibían buena comida y también tenían atención médica. Sin embargo, la mayoría de los niños de los orfanatos no tenían algo que sí tenían los niños al cuidado de sus madres: Abrazos, besos, carantoñas... En definitiva, les faltaba el contacto materno. Las enfermeras y cuidadoras encargadas de los bebés no tenían tiempo para estos menesteres en unos orfanatos abarrotados de ellos. Como resultado: Los bebés vivían prácticamente en soledad, confinados en sus pequeñas cunas. El contacto con sus cuidadoras se limitaba al tiempo en que tomaban el biberón.

Las consecuencias de la ausencia del contacto materno eran inimaginables. Bebés (con menos de 18 meses) aparentemente sanos, que recibían en los orfanatos todos los cuidados básicos y tenían unas condiciones de higiene perfectas, terminaban muriendo antes de llegar a los dos años de edad. La ausencia de caricias, abrazos, besos y el roce piel con piel había terminado matándolos después de más de 18 semanas sin ellos. Y en ese duro periodo de tiempo terminaban por no llorar, aprendían que nadie iba a responder a sus llamadas.

En un orfanato, casi la mitad de los bebés moría antes de cumplir los dos años. En otro, la mortalidad llegaba al 90%. Aquellos bebés que lograban sobrevivir más de dos años y medio quedaban traumatizados de por vida: Tenían un retraso mental considerable, trastornos motores, incapacidad para establecer relaciones sociales y la mayoría era incapaz de hablar y de realizar actividades sencillas por ellos mismos. Además, la falta de contacto materno retrasaba su crecimiento, bebés de 10 meses podían parecer que tenían 3 ó 4. No se tardó en dar nombre a lo que ocurría con estos bebés en los orfanatos: Hospitalismo.

Bien, si no lo teníais claro, ahora estoy seguro que si. A esta idea tenemos que asumir que el naufrago al menos conoce el cariño y tiene su mente lo suficientemente desarrollada como para poder recrear un amigo imaginario. Pero lo cierto es que aquellos que han sufrido la soledad absoluta durante el tiempo suficiente también padecieron de la traición de su mente.

Pero yo no tengo este problema, pues el cariño que proceso con los míos nutre mi alma. Camino por la vida con el estandarte de mi corazón y obro con el abasteciendo a aquellos que me necesitan y me devuelven el gesto. A un tiempo viví nutriendo a parásitos que no devolvieron el gesto, que no daban lo que se les ofrecía. Pero siempre habrá Yolus de sobra para aquel que conoce la simbiosis, para todos aquellos que como almas IRRECUPERABLES vagan por este mundo dándolo todo por los suyos. Webbo enterneciste mi alma y ya te lo dije, tus palabras se clavaron en mi corazón dejándome claro que tenia que nutrir tu sentimiento, pero como dijiste, esto no era malo, es la sensación buena de por fin haberos encontrado. De tener a gente con la que merece la pena compartir. Y lo cierto es que hemos compartido un fin de semana increíble. Y Pese a mi estado de salud, pude estar ahí también para vosotros teniendo también a quienes me cuidaban y se preocupaban de mi.



No solo mis almas irrecuperables son merecedoras de mi cariño y amor. No solo con ellas tengo esa simbiosis. Ya que a decir verdad si hubo algo que me preocupó este finde fue una amiga a la que no le pude dedicar tiempo. Mi querida Zara es el ejemplo (no la exclusividad) de mas personas a las que quiero y con las que establezco mi simbiosis.


En mi caso, quiero tanto a tanta gente que creo que no hay momento en el que no eche de menos a alguien. Por echar de menos echo de menos hasta los pax, como le dije a Agustin el otro día. Lo que no le dije es que había soñado que iba a trabajar y no me fue desagradable.
 Últimamente habéis sido tan buenos conmigo y ya hablo al margen de Durlach, hablo al margen de todos los problemas de salud que he padecido y que aun a día de hoy todavía están latentes. Hablo de un sentimiento profundo, de mirar a los ojos y sentir que la mirada te es devuelta desde el alma. No hablo de compasión. Hablo de cariño.


Un saludo mundo.

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