domingo, 2 de marzo de 2014

CAPÍTULO IV – [Gaston Gaudin memories] El mecánico de aliens.

seo por las afueras del búnker de los militares, donde no se puede evitar respirar un ambiente enrarecido. En la tranquila y traicionera brisa de la mañana, el perfume de la admiración se mezcla con el de la desconfianza. Hay miradas que idealizan mis acciones, y hay otras que se clavan en mi nuca, suspicaces. Hay soldados que sonríen y otros que incluso me temen.
En cuanto a mí, no debería entretenerme en deambular con quehaceres propios de una carga más tranquila, pero no soy idiota. Mis acciones han sembrando muchas dudas, y he encendido las bombillas de otras cuantas lumbreras. Además está esa mujer, Joana... Sé que se siente amenazada por mi presencia, y es su vigilia la que más me preocupa. Una palabra suya, un malentendido, y puede que todo se vaya al traste en una trifulca entre militantes de un mismo bando. No… no puedo dejar que eso ocurra, pero tampoco puedo posponer demasiado mi deber, más aún tras las recientes informaciones.
El tablero es complejo, y por muy dama que sea el peón, no podrá poner en jaque al rey, no solo al menos. Necesito ganar adeptos, miradas que me aprueben relajando el cerco tenso que me rodea, y poder así desaparecer entre la confianza, y continuar la búsqueda de Nikolai.
Ensimismado en mis propias cavilaciones, continúo deambulando por el exterior. La zona donde nos encontramos es un búnker de procedencia militar, donde una enorme zona asfaltada se extiende a su entrada. Alrededor de las desgastadas señales de los helipuertos pintadas en la misma y la alargada pista de despegue para aviones de combate se extienden también un par de edificios más, bastante intactos a pesar de su aspecto abandonado. Más allá de ellos tan solo nos envuelve un bosque caducifolio, que al parecer ha sido el que ha permitido, con su cobertura, que el emplazamiento continúe en pie a pesar del caos reinante en la ciudad. Eso y el carecer de una gran fuerte de energía que nos delatase. Además, dichas pistas demuestran que hace mucho tiempo que esto dejó de ser una base militar y se convirtió en un bunker…debe de hacer mucho que no despega nada desde aquí.
-Todavía me pregunto cómo pudiste hacer todo aquello.
Al mirar a mi izquierda encuentro al corpulento hombre de la barba, Leo.
 -Los chicos te admiran, ¿sabes? y lo cierto es que tienen motivos para hacerlo.
 -No soy tan bueno como piensan. –Contesto sin mostrar demasiado interés, mirada al frente.
-Pero sí lo suficiente como para traernos a todos de vuelta, y vivos. El gesto te honra, y más teniendo en cuenta al enemigo.
-Creo que tu teniente no opina lo mismo.
-¿Joana? Bueno, lo cierto es que aún no he tenido ocasión de hablar con ella, pero no deberías tomarla demasiado en serio. No al menos en el plano personal. Estos tiempos le han afectado, le afectan, y se ha vuelto casi tan fría y esquiva en lo social como buen soldado en el campo de batalla. Ya solo bromea con los conocidos de siempre, y a veces ni eso.
-Supongo.
Continúo caminando mientras  la pequeña conversación se va desarrollando cuando mi mirada se fija en los chicos que hay alrededor del helicóptero. Sin duda alguna, han hecho un buen trabajo desde la primera vez que vi la chatarra; pero… ¿para qué demonios quieren un helicóptero? Puede ser más, su sentencia de muerte que su salvación.
                -esos son james, Harry y Michael, son mis compañeros de chatarrería. Harry y Michael son mecánicos .james es algo más complicado. Le gustan los motores y estudiaba física, pero nunca logró acabar la carrera.
                -¡Eh, eh, Gastón! ¡Gastón!
Me giro para ver llegar a un par de soldados de expresión alegre que nos interrumpen.
-Tu cara me suena. – Digo observando a uno de ellos. – Tú eres el artificiero del encuentro.
-Así es, mi nombre es Jericó. Yo y mi hermano Andy –apoya su brazo sobre el hombro del otro soldado – estuvimos dándote fuego de cobertura cuando derribaste al bicho.
No paro de caminar mientras me hablan. Ellos se modulan y continúan avanzando a mi ritmo. Me da la sensación de que a cada paso que doy se me va uniendo el séquito.
-¿Queréis algo, chicos? – Les pregunta Leo, que parece haber detectado mi incomodidad ante la aglomeración de masas.
-Pues… - responden al unísono.
-Bueno, lo cierto es que… -Andy se rasca la cabeza, ahora único interlocutor y dirigiéndose a mí – la otra vez pudimos ver cómo asaltaste el trasto alienígena ese. Pues a nosotros, y sobre todo a Jericó, nos apasiona cacharrear e intentar comprender como funciona toda esa tecnología extraña, pero…
-La cuestión es que normalmente no solemos contar con tanto material. –Confiesa ahora Jericó. –De hecho, rara vez contamos con “algún” material.
Les observo enarcando una ceja que no da demasiada importancia a lo que escucha.
-Normalmente siempre solemos averiguar en mayor o menor medida su funcionamiento – continúa – Pero con el gran cacharro… a ese ni siquiera hemos logrado abrirlo.
-Eso es cierto. –Leo, que parece gozar de algo más de credibilidad, interviene. – He de confesar que como ingeniero y antiguo apasionado del motor me causa especial intriga su tecnología. Antes también anduve por allí… pero tan poco logré gran cosa. Realmente no sé cómo funciona, pero eres la única persona a la que he visto abrir esa puerta. Y además, con esa pasmosa facilidad…
Continuo avanzando sin dar la respuesta que tanto ansían, y el silencio se torna un tanto incómodo.
-Bueno –Dice Andy al fin, en un intento de disimular su enorme deseo. – Esa de allí es la máquina en cuestión, pero qué voy a contarte a ti, ya la conoces bien. Me preguntaba si podrías…
Me detengo ante el cacharro y lo contemplo, mientras ellos se detienen para observarme, atónitos. Los miro a ellos ahora, y apoyo mi brazo sobre la maquinaria. Es hora de ganar adeptos.
-Esto de aquí es una labradora, una máquina de arado. Su nombre en el idioma original es “Al’dun tiuf”, y a pesar de sus armas no es una máquina de combate, es maquinaria de trabajo.
-¿Un arado? ¿Estás diciendo que ese cacharro es un maldito arado? Joder no quiero saber entonces qué aspecto tienen sus carros de combate. – Aprecia Jericó.
-El invasor, por mucho que nos aflija, goza de inteligencia, y disponen de planes para nuestro planeta más allá de nuestra destrucción. Estas – golpeo el arado – son la avanzadilla de trabajo. Su objetivo es “limpiar” la Tierra.
-¿Limpiarla? ¿De qué?
-De nosotros. De nuestra vida. De nuestras construcciones… de nuestra civilización. Las “Al’dun tiuf” limpian el firme de nuestra existencia. Logran que por donde pasan no quede restos de nada, como si la raza humana jamás hubiera existido o pasado por el lugar. También limpian la atmósfera y la alteran según los componentes que necesita su organismo. Lo preparan todo para lo que vendrá después.
-¿Lo que vendrá después? – Leo se atusa la barba.
Sonrío de forma irónica ante la pregunta.
-No te preocupes por eso. Si llegan a esa fase significará que ya no queda resto de nuestra especie.
-Vaya… -Leo se muestra sorprendido. Quizás muchos de ellos, ocupados tan solo en sobrevivir, ni siquiera se hayan planteado el por qué de su invasión, o los planes que tienen para nuestra Tierra.
-En cuanto sus armas, no están preparadas para atacarnos. Si os habéis fijado, su mecánica articulada y sus láseres son perfectos para destrozar el acero de grandes estructuras y levantar y apartar escombros  de grandes toneladas además de poseer un sistema de pulverización de materia, pero no es tan útil  para cazar “pequeños nativos” que corren de un lado para otro.
Me acerco a la puerta y realizo las acciones necesarias que me permiten desbloquear la seguridad, y la compuerta se abre.
                -Quizás lo mas importante de todo, es que todas estas maquinas están conectadas entre sí por un sistema de ondas que dan origen a las interferencias que sufren nuestros medios de comunicación. Lo primero que me vi obligado a hacer cuando me acerqué a esta máquina, fue dejar frita su radio-
Al pasar por el pasillo, todos miran de un lado para otro aunque ya reconocen el lugar. Cuando llego junto al panel de control pego mi mano al mismo que tiene un aspecto cristalino y trasparente y el mismo se vuelve amarillento.
                -como os dije. No tiene energía para iniciar el sistema. Su generador se a quedado sin combustible.
                -¿combustible?-pregunta Andy- ¿te refieres a gasolina?-
                -algo así-respondo-El enemigo utiliza diferentes formas de energía. Esta máquina en concreto utiliza un contenedor de antimateria. Si no se realizan sobresfuerzos, darían para mover a la maquina durante tres meses-
                -¿como puede ser posible? Tenía entendido que…-Se inquieta Leo
-¿Qué es la antimateria?-pregunta Andy con una expresión completamente perpleja.
-¿sabes algo de matemática básica?-Pregunta Leo mirándole de medio lado.
--Si, claro que si-Responde algo incomodo por su ineptitud.
-En las ecuaciones con dos miembros alrededor de una igualdad por ejemplo: 3x-1 = 9+x
Imagina por un segundo que esos números son átomos y que existe un medio para que nuestros átomos atraviesen la igualdad; es decir, que 3x se transforme en -3x. La antimateria tiene la capacidad de restar a la materia. Se aniquilan al contacto liberando una energía plena. ¿Cómo explicarlo?
-Lo que leo intenta sugerir, es que mientras de la combustión hay una relación de trabajo que deja de desear, al igual que con las reacciones físio-nucleares. No se saca el producto enérgico deseado. En el caso de las antipartículas, generan el 100% ya que toda la materia invertida es transformada junto a sus antipartículas en pura energía- ayudo a Leo a concluir su explicación.
-Si no me equivoco ¿ eso quiere decir que si uniéramos un átomo de plutonio y un anti plutonio se liberaría algo peor que una bomba atómica?-Pregunta ensombrecido
-No necesariamente. Poseemos diferentes tipos de bombas atómicas y quizás en base, la reacción de antipartícula/partícula en este caso del plutonio sea mayor que la fusión o fisión que pueda tener lugar en una bomba atómica. Pero dentro de la misma se entablan unos cuantos procesos mas que reaccionan en cadena producto del proceso inicial. Pero en base, con la antimateria se podrían producir bombas infinitamente superiores. No obstante, no es tan sencillo. Nunca se pudo llegar a crear antimateria mas compleja que unos cuantos antihidrógenos y unos pocos antideuterios. En otras palabras, átomos muy sencillos- concluye Leo
-Bueno, a pesar que lo que dice Leo no es del todo cierto, os diré que la mayoría de estos trastos funcionan con el elemento 115 Ununpentio también llamado eka-bismuto. La  “Al’dun tiuf” además usa muy pocas cantidades.- ¡eh¡ el 115 es un elemento inestable, de hecho no aparece en nuestras tablas periódicas normales ¿no es así?-pregunta Leo exaltado.-Sí, así es – Respondo tranquilamente.-Entonces ¿Cómo es posible que lo utilicen como combustible?--Digamos que hay más procesos de creación de materia que los dados con nuestros instrumentos. Es lo mismo que con la antimateria. Las pocas creaciones que se han dado conocidas abiertamente, han sido producto de la colisión entre partículas, en los grandes aceleradores de partículas. Creo que es de sobra conocido, que nuestro enemigo es superior también en su metodología científica ¿lo vamos a discutir?-

-no, claro que no-se resigna Leo

-una pregunta- solicita Andy-Si ambas partículas se aniquilan y no queda de ellas más que la energía ¿quiere eso decir que no contaminan?--Muy agudo- responde Leo- pero no por ello queda invalidada la ley de Lavoisier “la conservación de la masa” Ya que la materia ni se crea, ni se destruye, se transforma. En este caso en pura energía.

-Es correcto-reafirmo- Aun así muchas de estas maquinas no llevan en si el contenedor de antimateria. Algunas poseen una batería que es recargada por unos de sus trastos. En base, un reactor de antimateria portátil con un enchufe que se dedica a recargar sus maquinas.

-Eso significa que si esta labradora funciona por pilas, da igual con que energía la recarguemos, es decir, que se recargaría y punto ¿daría igual de donde viniese esa energía?-

-Así es Leo-

                -Si puede hacer pizza cuatro queso con jamón y atún, quiero una de esas- burla Jericó en producto de un esfuerzo para no seguir al margen de la conversación.
-Bien, llegó la hora de la verdad.
Dispongo de la ayuda de mis acompañantes para retirar el panel de control tras el que se divisa una plancha de un metal de aspecto parecido al aluminio pero muchos mas pesado que el mismo. Al retirarla diviso el interior de los “circuitos”.
-Lo siento chicos, posee controles del generador, por lo que no va a pilas- les informo-Así pues, voy a retirar el contenedor desde fuera.
Corto el mecanismo de la atracción magnética de la estructura externa para poder abrir la coraza exterior. En ese instante, a mi espalda, escucho hablar a una voz femenina que se incorpora.
                -Os veo muy atentos. Claro que viendo quien es vuestro conferenciante no me extraña.
La chica del rifle de francotirador se acerca a nosotros, sonriente.
                -Hola Gastón. ¿Puedo llamarte así?
                -No veo por qué no.
Mientras dialogamos Leo prácticamente introduce la cabeza en el interior del la abertura que he dejado. Dicha acción no me incomoda, esos mecanismos son bastante inofensivos. La pelirroja me va acompañando al exterior de la nave, mientras que el resto se abstiene a seguirme en su compañía.
-Vaya, qué pronto nos hemos quedado solos. –Sonríe.- Así que”no va a pilas”, ¿eh? Ciertamente no dejas de sorprenderme. Igual nos salvas la vida que nos aleccionas en mecánica alien.
-¿Nos escuchabas?
-Lo cierto es… que no puedo dejar de escucharte, Gastón. –Al hablar, noto como su respeto por la distancia personal se diluye, lo que me hace soltar miradas furtivas a su cuerpo, bien formado por el ejercicio y nutrido a pesar de las carencias de hoy día.
-Ya veo. – Respondo secamente. No puedo dejarme engatusar por la primera mujer que se acerque aunque sean pocas, no son tiempos seguros.
- He de confesarte que me sorprendes –dice.- Desde que ocurrió aquello vivo en este escuadrón, donde nuestra única preocupación ha sido la supervivencia. Jamás hemos asaltado, enemigos, jamás les hemos plantado cara, jamás hemos librado la guerra que comenzó hace ya tiempo. Tan solo nos hemos dedicado a huir, a escapar, a hacernos fuertes con el único motivo de “sobrevivir”. –Suspira- Siempre somos demasiado pocos, o demasiado débiles, o desconocemos demasiado como para actuar. No quiero que nadie me malinterprete, ya que no es mi intención contradecir la filosofía de la Teniente Spencer. Es solo que… no sé, si estar así no va a cambiar el resultado, tan solo aletargarlo… ¿de qué sirve entonces? Preferiría morir intentando algo que vivir dos días más corriendo. Yo sí que quiero ser la resistencia, y no la supervivencia… aunque sea por poco tiempo, aunque muera mañana.
La observo, escudriñando su rostro.
                -¿Por qué me cuentas todo esto?
-Pues… no sé. Todo este tiempo soñando con hacer algo que no podíamos hacer porque siempre éramos demasiado pocos  y débiles como para hacerlo, y entonces llegas tú y siendo tan solo uno haces gala de lo que cientos de nosotros no seríamos capaces de hacer. La noche del encuentro no sólo me salvaste la vida, me enseñaste que podía tener una nueva. Cada uno de tus disparos, de tus acciones, no eran para mí una simple acción de salvamento, eran una demostración de esperanza, de que sí podemos.
-Lo siento, pero creo que me estás idealizando. –Mientras digo esto noto como da un paso más, leve, y apoya su mano derecha en mi pecho.
-Pero…
-Sandra, no soy todo lo que crees que soy. No puedo continuar aquí, ni puedo distraerme de mi cometido.
-Pues… -baja la mirada- No me tomes entonces como una distracción, tómame como un descanso.
Cuando quiero darme cuenta sus labios ya muerden los míos, y sus brazos me rodean, y me tocan. Es un beso con sentimiento, lo noto en su tacto, en lo dulce de su mirada, pero el rol que debe jugar y su instinto, reprimido durante tantos años, la impulsan a acabar agarrándome con violencia, fundiéndonos en un pasional beso. La saliva se mezcla entre agarrones y tirones de pelo, que cesan al oír el desesperado gritó de Jericó, en el interior de la máquina.
                -¿Pero qué…?
-Joder, ahora no… - Se queja Sandra, pero los gritos continúan y ante la alarmante situación acabamos por correr en su busca.
Recorremos por segunda vez el estrecho pasillo, hasta llegar a la sala de control. Allí Jericó grita desesperado agitando con violencia a su hermano Andy que yace en el suelo, inmóvil. Leo trata de poner algo de orden pero no lo consigue, y al verme aparecer se me acerca con presteza.
                -¡Gaston! Joder, ¿Sabes cómo reanimarle?
                -¿Qué ha ocurrido aquí? – Se adelanta a preguntar Sandra al contemplar la escena.
-Andy se colocó la corona esa de control que te colocaste -  Dice mirándome – Acto seguido cayó fulminado al suelo.
-¿La corona de control, dices?
Leo asiente y yo dejo escapar un largo suspiro de resignación.
                -No tiene remedio entonces.
-¿Cómo? –Leo se asombra ante la respuesta, a la vez que Jericó deja de gritar con sus ojos llorosos para pasar también a escudriñarme, asustado.
-La corona le ha vaciado la cabeza. Es como si hubiese desconectado su cerebro.
-¡Pero tiene pulso! – grita Jericó.
-Así es, pero no mente. El campo de acción del aparato lo ha convertido en un vegetal.
-Pero como puedes… - Se asombran ante mi habla, lenta y cuidada. Seria, impasible, fría y serena. Medida, muy camuflada.
-Llevémosle a Henri. Él es médico, sabrá que hacer. – Sugiere Jericó, rápido y nervioso.
Leo le observa, y acabar por asentir con la cabeza.
                -Sí, supongo que será lo mejor que podemos hacer.
Jericó sostiene a su hermano y echa a correr aparato abajo seguido de Leo, no sin antes lanzarme una mirada agresiva. Sandra hace ademán de seguirles pero la detengo alzando mi brazo. Los demás se pierden tras la puerta de salida.
                -¿Pero qué…?
                -Quédate aquí un momento, Sandra.
                -¿Pero cómo puedes pedirme que…?
-Me dijiste que querías una alternativa de vida, ¿no es así? Que querías ser la resistencia. Dime, sargento. ¿No admirabas mi forma de vida?
                -Así es.
-No la cuestiones entonces. Yo voy a acompañarles, aunque te aseguro de buena tinta que esto no tiene solución. Tú quédate aquí dentro y haz acopio de todo lo que pueda parecerte de valor tecnológico o importante. En la barriga de este trasto podrás retirar la placa que lo recubre. Deslumbraras algo parecido a dos grandes cilindros de metal de lo que emanan un sinfín de tubos, pero en el centro sabrás diferenciar un prisma que contiene lo que parece una esfera de cristal. Cógela.
-¿Pero… por qué?
-No sé cómo pueden tomarse esto el resto, y mucho menos la Teniente Spencer. Tan solo por precaución, quédate y recauda lo que te he pedido. Yo me voy tras ellos, a velar por su cordura.
Dejo atrás a Sandra y avanzo hasta perderme por la puerta de salida, tras la que observo a Leo y Jericó cargar con el cuerpo de Andy, mientras no dejo de cerciorarme que a veces el desconocimiento puede llegar a ser el enemigo más peligroso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario